El estrés es un proceso
donde se supera la capacidad de adaptación ante un cambio, y en el cual se
generan reacciones biológicas y psicológicas, tanto positivas como negativas.
Todos los días
vivimos momentos con diferente intensidad de estrés, desde situaciones de cotidianas
como lo es el trayecto que recorremos todos
los días de casa al trabajo, hasta momentos de saturación de actividades
laborales. Existen tres fases de intensidad de estrés: alarma, adaptación y
agotamiento.
En la fase de
alarma, el organismo manifiesta el estrés mediante cambios en el ritmo cardiaco
y variaciones en la temperatura corporal.
En la segunda
fase los síntomas comienzan a disminuir o incluso desaparecen, esto se debe a
la adaptación al cambio.
La fase de
agotamiento, suele tener síntomas parecidos a la primera.Pede haber afecciones
cardiovasculares, depresión del sistema inmunitario, problemas
gastrointestinales que provocan una mala nutrición debido problemas de
absorción de micro y macronutrientes.Las consecuencias dependerán del tiempo expuesto al estrés, la
más frecuente es el estreñimiento puesto que la motilidad intestinal y el
contenido de agua disminuyen, por lo tanto el bolo alimenticio no transita
adecuadamente.
Los alimentos
juegan un papel muy importante.Una mala nutrición nos hace vulnerables a sufrir
síntomas ocasionados por alarmas de estrés. Las grasas saturadas, carbohidratos
simples, cafeína y exceso de sal, aumentan el nivel de estrés.
Grasas
saturadas: Se encuentran en alimentos fritos, en el caso de carnes rojas se
justifica su consumo moderado debido a que contiene aminoácidos esenciales, su
exceso se manifiesta en alteraciones metabólicas, cuando se elevan los niveles
de grasa saturada, el cuerpo reacciona liberando insulina para eliminar el
exceso, cuando el colesterol aumenta,
se corre el riesgo de formación de placa de lipoproteínas de baja densidad, a
esto se le conoce como arteriosclerosis. (Figura 1)
El exceso de carbohidratos simples (azúcares refinados, bebidas
azucaradas, productos de pastelería) se convierten más rápido en grasas, esto
se debe a que el cuerpo no puede metabolizar tanta energía, por lo tanto la
almacena aumentando los niveles de grasa en el cuerpo, a diferencia de los
carbohidratos complejos, estos liberan la energía de manera lenta yprolongada.Entre
estos alimentos se encuentran: cereales integrales, papa, tortilla, elote, etc.
Es recomendable
evitar consumir alimentos con cafeína, ya que esta sustancia pone al cuerpo en alerta.
La cafeína se encuentra en alimentos como café, tés, y chocolates. En la
industria farmacéutica es usada en productos para aliviar el dolor de cabeza.
El café estimula la producción de cortisol, una
hormona relacionada con la respuesta al estrés. Cuando nos estresamos el
cortisol eleva la presión sanguínea y acelera el metabolismo de los hidratos de
carbono y de las grasas. Para hacer esto, aumenta el nivel de glucosa en sangre para que los
músculos y las células optimicen su rendimiento. Este incremento de glucosa en
sangre nos hace sentir con más hambre y por tanto se tiende a comer más.
Alimentos contra el estrés
El consumo habitual de antioxidantes de calidad, modula y
reduce los niveles de cortisol tras las situaciones de estrés a las que nos
enfrentamos habitualmente.
Los frutos rojos son
ricos en betacarotenos, estos proporcionan poderosos antioxidantes que
disminuyen el estrés fisiológico.
La leche contiene fosfolipidos, estas sustancias ayudan a
mejorar el estado de ánimo.
Las oleaginosas como el cacahuate, nueces y almendras
contienen omegas, estás grasas buenas actúan como antioxidantes.
Cítricos, altos en vitamina C, refuerzan el sistema inmune,
reduce la incidencia de enfermedades respiratorias.
Elimina la tención, realiza
actividades recreativas
El ejercicio es otro aliado en el tratamiento del estrés.Esta
demostrado que las personas que realizan ejercicio cotidianamente, tienen mayor
tolerancia al estrés y sufren menos ansiedad y depresión.
Se recomienda hacer por lo menos 30 minutos al día
(aeróbico y anaeróbico), en conjunto con una adecuada hidratación. Evita consumir bebidas energéticas puesto que contienen
muchas calorías y están hechas para deportistas de alto rendimiento, elige agua
natural o con clorofila, la cantidad depende del tiempo de actividad física y el
clima, en invierno se recomienda de 2 a 2.5 litros de agua por día mientras que
en verano de 2.5 a 3 litros de agua por día.